Aprender y participar de las producciones locales es una vivencia que llega al corazón. Algo que te conecta muy de cerca con el lugar visitado. Compartí y emocionate con nosotros en el noroeste argentino.

De la mano de Marcela Calvo, nuestra representante del sector Mayorista y Congresos, tuvimos la oportunidad de conocer muy de cerca un taller de artesanías en la provincia de Salta. El emprendimiento, dedicado a la producción de piezas de barro con la recuperación de una técnica ancestral, forma parte del programa INCUBA Salta, que acompaña el crecimiento y la consolidación de micro-emprendimientos turísticos. Aquí, además de preservar técnicas ancestrales de artesanías, podés elaborar y traerte tu propia creación, o compartirla con otros viajeros. Emoción pura.

La magia de Thuru Maky

Cuando volvimos del Tren a las Nubes, nos detuvimos en el taller de artesanías Thuru Maky, que significa “Manos de barro” en quechua. Allí nos recibieron seis maravillosas mujeres quienes llevan adelante ellas solitas este taller de San Antonio de los Cobres. ¡La propuesta era aprender a hacer sus artesanías! Todo un honor.

Nos contaron que recorren una distancia de 100 km de ida y 100 de vuelta para obtener la arcilla con la que fabrican hermosas piezas de cerámica, cada una única. Podés comprar todas las que te gusten, pero la característica más fascinante en Thuru Maky es que  también podés aprender y hacer tu propia artesanía, que luego canjeás por otra que hizo otro turista. Es difícil transmitir todas las sensaciones que genera participar de esta actividad, aprendiendo la técnica de una cultura ancestral y a la vez formando parte de la experiencia de otro viajero.

Aquí vamos… Desde cero, con Lidia, empezamos a hacer una vasijita. Me enseñó a moldear con las manos y el agua. Con paciencia y cariño me iba guiando, pero mis escasas habilidades hicieron que la vasijita se convirtiese en una bolita. Un poco desilusionada ante mi torpeza, Lidia vino a mi rescate: “Esta bolita es la cabecita de un gnomo porta-sahumerio!”. Y así fue. Me enseñó a marcar la boca, los ojos y moldear las orejitas. ¡Lidia es una verdadera artista! Su dulzura me llegó al corazón.

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En Thuru Maky algo mágico sucede… No sólo es un contacto super cercano con la gente de la comunidad, con sus costumbres y sus saberes, sino que es un puente directo a la infancia, cuando moldeábamos con plastilina. Y te conectás con viajeros del mundo… y te das cuenta que la magia nos inunda a todos. Imposible terminar la visita sin una sonrisa y lágrimas de la emoción.

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