Recorriendo la historia conmovedora de Vietnam culmina un viaje imperdible por el sudeste asiático. Un relato en primera persona que invita a impregnarse de una cultura diferente e intensa, y propone maravillarse con paisajes exóticos.
Acompañados por nuestros guías nos preparamos para disfrutar de la parte final del viaje: Vietnam, una experiencia muy pero muy intensa. Al hablar de la guerra de Vietnam que terminó en 1975, los locales se sorprendían por lo que como extranjeros conocíamos acerca de esa guerra con Estados Unidos. Una guerra tremenda que nos tuvo en vilo con todo lo que ocurría hasta que llegó el final. Después de muchos años de pasar necesidades, realizar enormes esfuerzos y mucho trabajo, pudo surgir un nuevo Vietnam, que es el que visitamos hoy.
Recorriendo Hanoi
Desde Siem Reap, Camboya, volamos a Hanoi, destino donde comenzó nuestra significativa experiencia en Vietnam. Durante la primera mañana visitamos el impactante Mausoleo de Ho Chi Minh. Se trata de un monumento imponente construido en mármol, granito y madera, que fuera erigido en memoria de este poeta, político y militar vietnamita quien trabajara incansablemente por su país, convirtiéndose en líder admirado por su inteligencia y humildad, sobre todo para los vietnamitas del norte.
Detrás del mausoleo, se encuentra la casa de Ho Chi Minh, mucho más sencilla, que tuvimos la posibilidad de conocer apreciando el lugar en que vivió y trabajó, en un entorno de tranquilidad con una increíble vista al maravilloso jardín con un estanque de lotos. Las pertenencias del ex ministro y presidente de Vietnam se hallan en exhibición y se pueden subir las escaleras de la casa para observar su habitación. Muy cerca, se llega a ver una preciosa pagoda que data del siglo XI llamada la Pagoda del Pilar Único. Fue realmente movilizador encontrarnos en esta casa, ver el escritorio o el teléfono utilizado por Ho Chi Minh, y observar los automóviles que le pertenecieran durante su gobierno.
Luego nos dirigimos a conocer el Templo de la Literatura, construido en el año 1070 en honor a Confucio, filósofo y pensador chino, venerado por los vietnamitas debido a sus enseñanzas relacionadas con la buena conducta y las virtudes en la vida. En este sitio se formaba a los mandarines y a las élites encargadas de dirigir el destino del país, y constituye un vestigio del Vietnam imperial, influido por China y que no tiene que ver con el Vietnam comunista de Ho Chi Minh. Por ello muchos vietnamitas tienen creencias confucionistas, y permanentemente se ve gente orando en el templo, viviendo la religión a su manera, realizando ofrendas como flores, frutas o sahumerios, y pidiendo sus deseos en una atmósfera de música y color.
Un párrafo aparte merece la Ópera de Hanoi, con su arquitectura francesa inspirada en el Palais Garnier de París. El espectáculo en cartel en ese momento era una propuesta tradicional llevada adelante por un grupo que utilizaba numerosas cañas de bambú e instrumentos típicos vietnamitas para lograr una música fantástica.
Durante la cena en una de las terrazas al aire libre descubrimos que la cocina vietnamita es exquisita. Los ingredientes son frescos y se cocinan en el momento. Hay platos para todos los gustos a base de carnes de pollo, ternera y cerdo, y pescados y mariscos, que se sirven en diferentes combinaciones con vegetales y abundantes hierbas aromáticas, además de la base de arroz o fideos de arroz. Las salsas más usadas son las de soja y de pescado, y no usan excesivo picante. Platos sencillamente deliciosos.
Al día siguiente realizamos una visita a la cárcel de Hanoi. Esta fue sin dudas otra vivencia muy fuerte en un lugar que exhibe imágenes de la época de la guerra, muchas de ellas de pilotos de avión norteamericanos que se habían eyectado y luego habían sido tomado prisioneros alojándolos en este lugar. Y nuestro segundo día en Hanoi culminó con un recorrido por su Museo de Bellas Artes, uno de los más importantes del país, que preserva obras de arte principalmente relacionadas con la guerra.
Mini Crucero por la Bahía de Halong
A bordo de un barco de mediano porte, recorrimos esta bahía espléndida. El Indochina Sail Cruise nos sorprendió por su nivel de detalle y cuidada decoración. Durante el crucero se ofrecían, además, diversas actividades como clases de tai chi, de cocina típica o disfrutar de una relajante sesión de masajes. Todo en un marco de paisajes increíbles. El broche de oro: una espectacular tarde de playa.
Hoi An, la perla de Asia
Volamos a Da Nang -una de las ciudades más antiguas de Vietnam- para, desde allí, llegar a Hoi An, muy cerca. Sin dudas, uno de los destinos más atractivos de Vietnam. Bañada por el rio Thu Bon, esta pintoresca localidad fue un importante puerto pesquero durante los siglos XVI al XVIII, y hoy se encuentra colmada de multitud de detalles de influencias Chinas, Japonesas y Francesas, motivo por el cual ha sido Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su antiguo y pequeño centro nos cautivó. Hoi An ofrece innumerables propuestas de entretenimiento, como clases de cocina vietnamita o paseos en bicicleta, en un entorno de exuberantes campos de arroz hasta playas de arena blanca.
Saigón, hoy Ho Chi Minh
Desde Da Nang volamos a Ho Chi Minh (antigua Saigón), otra urbe impactante de alrededor de 8 millones de habitantes con un número casi igual de motocicletas que compiten por el espacio en sus bulliciosas calles. Famosa por su papel en la guerra de Vietnam, es una ciudad de contrastes, la más occidental de las vietnamitas.
Siempre hay algo para hacer en Saigón. Se destacan sus museos de primer nivel y la elegante arquitectura colonial francesa en edificaciones admirables como la Oficina Central de Correos y la impresionante Saigon Opera House. Una visita obligada es el Palacio de la Reunificación, anteriormente llamado Palacio Presidencial, que aseguró su lugar en la historia el 30 de abril de 1975, cuando los primeros tanques vietnamitas del norte pasaron señalando la caída de Saigón y el final de la Guerra de Vietnam; hoy alberga un museo con áreas de reuniones de la época, salas de guerra y un centro de comunicaciones en el sótano. Para completar la jornada llegamos hasta la Catedral de Notre Dame, el Mercado y la Pagoda del Emperador de Jade.
Otro día casi completo lo dedicamos a recorrer el Delta del Mekong, con sus singulares templos y un paseo en barcaza que resultó ser uno de los mejores tours que se pueden hacer en el sur de Vietnam, un destino realmente inolvidable.