Te invitamos a acompañarnos por una región de Argentina que, sin dudas, te va a sorprender. En la provincia de La Rioja, un destino alejado del turismo masivo, se encuentra este camino de montaña plagado de paisajes de mil formas increíbles de la naturaleza y un colorido espectacular.
Entre las maravillas naturales de nuestro país, se encuentra este impresionante camino de cornisa, que corre paralelo a la Precordillera: La Cuesta de Miranda. Avanzamos desafiando gran cantidad de curvas que componen el recorrido, mientras el paisaje despliega increíbles postales.
Ubicada entre las localidades de Nonogasta, Villa Unión y Chilecito, la Cuesta de Miranda forma parte del corredor de la espectacular Ruta 40, la más extensa de Argentina, que atraviesa el país totalmente de norte a sur. El camino que elegimos es sinuoso, pero vale la pena animarse. Hace falta prudencia y tiempo suficiente, pero te va a encantar. Durante el trayecto la naturaleza exhibe una paleta de colores espectaculares: ocres y rojos como avisando que muy cerca está el Cañón del Talampaya, imponente espectáculo de enormes paredes rojizas. Seguimos subiendo. Las vistas nos asombran a la vuelta de cada curva emocionándonos.
La Cuesta de Miranda es conocida por los caprichos de la naturaleza y los matices de las estratificaciones rojizas. A los costados del camino, la tierra árida se jacta de sus algarrobos y cactus, que escoltan a los visitantes. Así, de la nada, vemos un pastor que cruza con sus cabras formando un inolvidable cuadro.
Descendemos por un sendero hasta llegar a un sector del valle por donde cruza un brazo del arroyo Miranda. Solo se ven solitarios cardones y rocas por todas partes. A esa altura el camino se vuelve de ripio, así que hay que seguir con cuidado, prestando atención a la sucesión de subidas y bajadas por desfiladeros y quebradas. El escarpado trayecto lleva hacia un murallón donde es casi obligatorio detenerse a sacar fotos. El punto más alto de la cuesta está a 2.020 metros sobre el nivel del mar, conocido como Bordo Atravesado. En este sitio hay un mirador para admirar a pleno el imponente paisaje. A lo lejos, se puede divisar el Cañón del Talampaya…
Nos vamos acercando a Chilecito, y el cerro Famatina aparece en escena. El atardecer se mezcla con el paisaje de nieves eternas y las nubes en lo alto. Definitivamente, otra postal para el recuerdo. En Chilecito, nos espera una cena típica. En esta zona son populares el maíz, los porotos, los pimientos, la calabaza, las paltas; y el aceite de oliva, las nueces, y las pasas de uva son increíbles. Entre las carnes, se destaca el cabrito. Hay que tener en cuenta que se cocina algo picante. Reponemos energías luego de nuestra aventura disfrutando del humeante locro servido en cazuelas de barro, acompañado de un excelente vino riojano.