Una experiencia en primera persona. Lugares cargados de magnificencia, ciudades famosas por sus lujos y excentricidades, Abu Dhabi y Dubai nos abren sus puertas de la mano de Nolberto Pezzati en su último viaje por los Emiratos Árabes Unidos.
Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, es una de las ciudades más opulentas del mundo. Su riqueza se debe principalmente al petróleo, gracias al cual esta otrora modesta villa se ha convertido en una ciudad de modernos rascacielos. Llena de sitios interesantes para visitar, uno de sus monumentos más importantes es la Mezquita de Sheikh Zayed. A orillas del Índico, el Paseo Marítimo ofrece un paisaje espectacular enmarcado por lujosos restaurantes. Otro ejemplo de lujo es el Emirates Palace. Luego, el Ferrari World es uno de los atractivos más conocidos, y no tan renombrado pero muy recomendable es el museo Louvre Abu Dhabi.
También a orillas del Golfo Pérsico, al norte de Abu Dhabi, se encuentra Dubái, en el impactante desierto de Arabia. Sus magníficas obras de ingeniería se han convertido en célebres postales, tales como el Burj Khalifa, las islas Palm, Burj Al Arab y el Dubai Mall. Ciudad vanguardista y dinámica, al mismo tiempo ofrece la calma de sus refugios en el desierto, campos de golf y preciosas playas. Además, resaltan hoteles cinco estrellas con espectaculares suites y piscinas. El lado histórico: la arquitectura tradicional árabe de Al Fahidi (antes Bastakiya), y el complejo de Heritage & Diving Villages, en Shindagha. Ciudad de contrastes, basta con pasear por Dubai Creek, observando las típicas abras y los dhows descargando sus mercancías ahí nomás de imponentes rascacielos.
Una cultura diferente
“Uno de los regalos que traés puesto cada vez que viajás, es el aprendizaje. Viajar es crecer y esta es una experiencia que te llevás en el corazón.” Relata Nolberto Pezzati, recordando las vivencias en “Open doors, open minds” (Puertas abiertas, mentes abiertas).
“En Bur Dubái se encuentra Bastakiya, el barrio histórico más antiguo de la ciudad, donde aún es posible disfrutar de la atmósfera tradicional como si estuviéramos a principios del siglo XIX. Aquí el Sheikh Mohammed Center for Cultural Understanding (SMCCU) -una organización sin fines de lucro creada en 1998- diseñó esta propuesta en una antigua casa emiratí. El objetivo es convocar y unir a personas de diferentes religiones y orígenes para mostrar su cultura, conversar sobre las similitudes y diferencias con otras culturas y contribuir así a favorecer la comprensión, eliminar los prejuicios e intentar que no existan más conflictos debido a las discrepancias culturales y religiosas. El centro ofrece diversos programas como desayunos, almuerzos, cenas y paseos. Elegimos el de almuerzo.”
“De acuerdo con las leyes del desierto, hay que sacarse los zapatos al entrar. Nuestros anfitriones nos ofrecen agua de rosas para lavarnos las manos, antes de darnos la bienvenida con un dátil, el pan del desierto. Están vestidos con sus atuendos típicos, ella de negro -totalmente cubierta- y él de impecable blanco -más tarde nos enteraríamos que se cambian varias veces por día para mantenerlo con semejante pulcritud-.
Las preguntas de los turistas se suceden variadísimas, curiosos por saber por qué ciertas prácticas prevalecen aún en un entorno tan desarrollado a simple vista. Y la charla pasa de contar distintas costumbres religiosas a explicar el vertiginoso ascenso de esta economía de la industria de perlas para convertirse en un país rico en petróleo.
Entretanto, nos deleitamos con un plato tradicional de arroz con curry de pollo que comemos sobre las rodillas, sentados en el piso. También hay hummus, la infaltable crema de garbanzos. Los platos son muy especiados y los postres, dulces, extremadamente dulces. Hay que comer hasta que no queda nada, y al final un té de menta.”
“La visita terminó, y regresamos agradecidos, con el corazón ancho. Una experiencia memorable.”
Escuchá el relato en la voz del propio Nolberto Pezzati y agendá esta experiencia para cuando viajes a Dubái.