Un viaje al antiguo Imperio Inca nos deleita con su cultura milenaria, espectaculares paisajes y sabores inolvidables. Te invitamos a conocer junto a nosotros este destino lleno de mística y magnetismo.
La mejor época del año para viajar al Machu Picchu es durante otoño o primavera: mayo, septiembre y octubre. Y una salida grupal con el acompañamiento de guías locales es una excelente opción, ya que hará que no te pierdas ningún detalle en tu visita a los más destacados rincones del Perú.
Cusco, ciudad sagrada, capital del Tahuantinsuyo

Al arribar a Cusco, ¡ojo con el mal de altura! Es imprescindible descansar el primer día para aclimatarse a los 3399 metros sobre el nivel del mar. Lo más recomendable es esperar hasta la tarde siguiente para comenzar las excursiones. Inicialmente, visitamos la Catedral, el “Qorikancha” o Templo del Sol y las cuatro ruinas aledañas. Entre ellas, la fortaleza de Sacsayhuaman a dos kilómetros, un complejo monumental construido por el hombre andino que es considerado conjuntamente con la ciudad de Cusco como una de las siete “nuevas Maravillas del Mundo”.
El aspecto que presenta hoy es muy distinto al que dejaron los conquistadores, pues esta fortaleza fue utilizada como cantera para construir el Cusco colonial. Sacsayhuamán es donde, cada 24 de junio, se recrea la ceremonia del Inti Raymi, una celebración ancestral en honor al dios Sol.

Luego, llegamos a Q’enqo, un centro de ceremonial y culto inca. Los españoles clasificaron este monumento como un anfiteatro, seguramente porque muestra una construcción semicircular. En realidad, se ignora la finalidad de esta construcción ciclópea, que bien puede ser un altar, un tribunal o la tumba de un inca, tal vez de Pachacútec. Se presume que fue uno de los santuarios más importantes que hubo en el incanato. Ambos son lugares de culto cuya naturaleza aún no se decifra, pero en los que se destaca la predilección de los incas por la piedra y el cuidado que tuvieron en su tallado.
Por último, este día es posible recorrer Tambomachay, conocida como los baños del Inca, ubicada a 3700 metros de altura. Se trata de un conjunto de estructuras de piedra finamente labradas, acueductos y caídas de agua provenientes de los manantiales y fuentes termales cercanas (por lo que se piensa estuvo relacionado con el culto al agua) y es uno de los pilares de la cosmovisión andina.

La jornada siguiente nos dedicamos a recorrer durante todo el día el Valle Sagrado de los Incas –a 97 km de Cusco–. No muchos lugares del Tahuantinsuyo se comparan con la belleza y riqueza del Valle Sagrado, que ha llegado a convertirse en uno de los lugares turísticos más concurridos del Perú. Sus tesoros históricos son espectaculares. En este valle tenemos la oportunidad de conocer el famoso mercado típico artesanal de Pisac.


Luego del almuerzo, es casi obligada una visita al Parque Arqueológico de Ollantaytambo, un descomunal complejo agrícola, administrativo, social, religioso y militar en tiempos del imperio.

Machu Picchu, en el corazón del Imperio Inca
Para poder tomar al día siguiente el tren turístico Vistadome en Ollanta, es preciso alojarse en el Valle Sagrado. Esta es una de las formas tradicionales de dar comienzo al esperado viaje a Machu Picchu. El recorrido corre paralelo al cauce del río Urubamba, y durante el trayecto se aprecia la hermosa vegetación característica de la selva alta, así como majestuosos nevados. Dos túneles son atravesados para finalmente arribar a la estación de Puente Ruinas. El restaurante Hatuchay es una de las mejores opciones para el almuerzo, antes de realizar un recorrido por el pueblo de Aguas Calientes. Entre sus atractivos turísticos más importantes se encuentran los baños termales situados a 800 m del pueblo, a los que se les atribuyen propiedades medicinales y que dan nombre al lugar.
Y por fin llega el ansiado momento de la visita a Machu Picchu. Luego de un ascenso de 8 km en minibuses llegamos al increíble complejo arquitectónico de los Incas. Los guías nos acompañan por un sendero a la maravillosa ciudadela, donde se hallan las plazas, templos, depósitos, escalinatas, fuentes de agua, andenes, puestos de vigilancia, cementerios…
También el Templo del Sol, el Intiwatana –reloj solar–, y el templo de las tres ventanas, entre otros fascinantes lugares. El sueño de conocer esta mística ciudad se convierte en una emocionante realidad.

Lima, la ciudad de los reyes
El viaje continúa regresando a Cusco para pasar la noche, y por la mañana tomamos un vuelo hacia la capital del Perú: Lima. Apenas un primer recorrido nos hace encontrarnos con los encantos de esta ciudad colonial y moderna a la vez.
Por la noche, nos dirigimos a disfrutar de la deliciosa cocina peruana y su infaltable Pisco, en el restaurante Dama Juana, donde ofrecen un espectáculo de auténtica música y danzas de las diversas regiones del país.

La ciudad de Lima merece hacer una visita guiada: un tour que parece transportarnos primeramente al siglo XVI, recorriendo la Lima colonial con sus encantos virreinales como la Plaza Mayor, la Catedral, el Palacio de Gobierno, el convento de San Francisco con su bello claustro y catacumbas que servían de cementerio, así como sus barrios más tradicionales.
Luego “se llega” al siglo XXI, recorriendo modernos barrios con bellos parques y avenidas. Uno de los más hermosos y elegantes es el famoso barrio de Miraflores, que posee atractivas playas, intenso movimiento comercial y activa vida nocturna. Uno de los sitios más bellos es el romántico Parque del Amor con su gran escultura que representa a la Pareja de Amantes Andinos, y una insuperable vista al Pacífico.
A la hora del almuerzo, el moderno centro comercial Larcomar es una excelente propuesta para disfrutar de un inolvidable buffet en el restaurante Mangos. ¿El programa para la tarde? Definitivamente visitar uno de los importantes museos de Lima. Uno de ellos es el Museo Larco donde es posible admirar las colecciones de cerámica, artículos textiles y de orfebrería, principalmente de las culturas del norte del Perú. En este lugar, merece una mención especial la mansión virreinal, rodeada de jardines, que cuenta con una sala de cerámica erótica y una bóveda con joyas en oro de la época Pre-Inca. Resulta conmovedor encontrarse ante 5000 años de historia precolombina peruana.

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